Guatemala, 30 de mayo de 2025. Las lluvias han vuelto, y con ellas, no solo los días grises y los paraguas en las calles, sino también un peligro silencioso que crece bajo nuestros pies: la saturación del suelo. Aunque no siempre lo notamos a simple vista, sus efectos pueden ser devastadores.
En muchos departamentos del país, las precipitaciones han comenzado a empapar lentamente la tierra. Lo que parece solo un terreno mojado, en realidad, es el inicio de un proceso que puede terminar en deslizamientos, colapsos de laderas o inundaciones.
Yovana Pérez, coordinadora de la Sección de Hidrología del Insivumeh, lo explica con claridad: “Conforme se intensifican las lluvias, la humedad va penetrando primero en la capa inferior del suelo y luego en la superior. Cuando ambas están completamente saturadas, el agua ya no puede filtrarse y comienza a correr por la superficie, generando escorrentías que terminan en ríos y quebradas.”
El riesgo es evidente. Taludes que ceden, laderas que se vienen abajo, calles anegadas y comunidades enteras en peligro. Por eso, desde la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), se insiste en no bajar la guardia.
La recomendación es clara: si un río crece, no te acerques. Observa el terreno alrededor de tu casa: ¿hay grietas nuevas? ¿Objetos que antes estaban rectos ahora están inclinados? Podrían ser señales de un deslizamiento inminente.
Las inundaciones, como recuerda la Conred, no son sólo producto de la naturaleza. También son consecuencia de nuestras propias acciones: la sobrepoblación, la construcción sin orden ni planificación, y el impacto del cambio climático hacen que el agua, que debería fluir con libertad, se convierta en amenaza.
Ante cualquier emergencia, lo más importante es actuar con precaución. Llama a los cuerpos de socorro y evita pasar por zonas con corrientes fuertes. La prevención puede marcar la diferencia entre una tormenta más… y una tragedia.
Información para El Heraldo guate
